No, no estoy jugando. En verdad acabo de experimentar un miedo que nadie es capaz de quitarme en este momento por lo menos. Después de pasar algunas horas de mi esplendorosa madrugada viendo películas en familia estaba dispuesta a dormir profundamente un rato, pronto amanecería.
Sin embargo, cuando estaba recogiendo algunas cosas de mi cama para poder acostarme, veo un monstruo salido de la mente retorcida y sagaz de Juan José Arreola. Así es estoy hablando de una araña, una tremenda, negra y mortífera araña en mi recámara, acechándome mientras recogía unos papeles.
La migala estaba observándome detenidamente mientras yo corría por un zapato con el cual terminarla. Pero al regresar... ¡la bestia de ocho patas ya no estaba ahí! Angustiada, levanté el edredón, sacudí las almohadas, me sacudí entera, agité las persianas y cuando pensé que todo estaba bien y que había sido mi imaginación... ¡ahí estaba, a un lado de mí!
¡Mi horror cuando saltó para alcanzar la cama! Salté despavorida y pálida por el zapato, pero se aproximaba, no había insecticida ni nada por el estilo. Pero recordé... ¡el spray para el cabello puede servir! Corrí por el pequeño aerosol y lo vacié casi por completo para frenar la amenaza con sus pelitos volando por la habitación. Se iba debilitando, era evidente, sus patitas se tambaleaban, chocaba con los zapatos debajo de mi cama y lo peor... ¡en sus últimos momentos trató de acercarse a mí de nuevo!
No podía dormir del pavor que sentía, en verdad me acordé de la angustia que sentía el personaje de La Migala de Juan José Arreola, la diferencia era que yo sí estaba intentando cazarla. Cuando a fin salió de su escondite, atarantada por tanto aerosol, le di fuerte con el primer zapato que encontré. Y por fin descansó una parte de mi alma.
Sin embargo, no puedo dejar de pensar en que esas criaturas nunca viajan solas, así que mientras escribo esto, tomaré mis precauciones al dormir. Ya revisé cuatro veces debajo de la cama, agité la persiana otras cinco y observé detenidamente las paredes algunas seis veces más. Espero sobrevivir a la temible noche con esas bestias por aquí.
Por lo pronto, buenas noches. Que las arañas de sus recámaras no los muerdan demasiado.
2 comentarios:
En verdad me aterro tu relato, casi tanto como el de Arreola, tengo los vellitos de los brazos erizados!!!
En verdad me aterro tu relato, casi tanto como el de Arreola, tengo los vellitos de los brazos erizados!!!
Publicar un comentario