lunes, junio 18

Ríete de mí


¡Ya casi me desaparezco de nuevo! No, no es cierto, no tienen tanta suerte. Para el día de hoy les he traído historias graciosas sobre mí. Para empezar la más “antigua”, hace un año o un poco más fui a una librería con  mi papá para comprar los libros del semestre. Como hacía demasiado calor, compramos dos botellas de agua y entramos a la tienda. 

Todo transcurría sin percances, sin embargo, cuando todos los libros estaban sobre el mostrador yo estaba bebiendo tranquilamente, lo único que me faltó fue tapar la botella, unos segundos después, hice un ademán con la mano en la que estaba el envase y… ¡toda el agua restante, cayó sobre los libros que estaban en el mostrador!

Yo no reaccioné hasta que mi papá y el muchacho que nos atendió se pusieron como locos a limpiar. Lo mejor de todo el asunto, fue que todos los libros tenían una cubierta plástica que evitó que una cosa desagradable pasara. Al salir de allí con todos libros que necesitaba, mi papá me miró con una mirada que decía “¡cuándo no, cuándo no!”

En otra ocasión, esta vez el 1er día de enero de este año, un amigo de la familia nos había prestado su coche para hacer compras, porque nuestra carcacha no respondía. Ese día yo llevaba unas botas que ya estaban en sus últimos momentos, tenían el talón gastado y liso y en la suela comenzaba a abrirse un agujero, son de esos zapatos de los cuales no te quieres deshacer ni porque están literalmente ”para la basura”.

Fui con mi papá a dejar el coche a la casa del muchacho, al bajarnos, yo estaba “haciendo equilibrio en la orilla de la banqueta”, cuando de repente, me dobla el pie derecho y ¡fum! Se escucha un tronido, ¡terminé llorando y con un esguince de dos semanas!

El más reciente y creo que el más gracioso, fue el este viernes 15 (exactamente después de mi cumpleaños), era de noche, y una amiga y yo fuimos por un helado, la señorita déspota que nos atendió con la cara más fea que podía poner, me dijo que no había barquillos, así que me sugirió que si quería una canasta. Le respondí que sí, pero yo esperaba que fuera el tamaño normal del helado mediano y no… cuando vi el resultado fue monstruoso, ¡un helado de chocolate de 4 bolas!

Después de eso, caminamos un rato y la tragedia estaba a punto de ocurrir, el helado iba debilitando la canasta y cuando nos subimos a un taxi que nos llevaría de regreso a la casa, sucedió una tragedia… se rompió la canasta y mis manos y mi blusa se mancharon, afortunadamente no cayó helado en el taxi, sino hubiese sigo peor, el resto cayó en mi mochila y ahora mi amiga se burla cada vez que comemos helado.

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¡Listo! Ya quedó, espero se rían mucho. Gracias a mis amigas que comentaron como anónimo, ¡las precio mucho!
Atte.
Alchemist

1 comentario:

la MaLquEridA dijo...

Jejeje si que te pasan cosas graciosas, la de los libros fue la mejor jaja,no imagino si los libros no hubieran llevado plástico jaja.